Investigadores de Harvard están desarrollando un exoesqueleto blando que permite a los soldados trasportar mochilas pesadas durante largas distancias o ayudar a las víctimas de accidentes cerebrovasculares a caminar de forma más estable.
El dispositivo, que ayuda a impulsar las piernas del usuario hacia adelante es extremadamente ligero y eficiente. Los investigadores acaban de recibir una subvención de 2,9 millones de dólares de la DARPA para crear la próxima versión.
El prototipo de Harvard es mucho más elegante que la mayoría de los exoesqueletos. Se parece a un arnés de seguridad para escalada, y está hecho de malla de nylon y spandex combinada con cables colocados a lo largo de las piernas del usuario.
A diferencia de otros exoesqueletos no puede ayudar a caminar a las personas paralizadas, pero sí a quienes tienen problemas de debilidad muscular, como los que sufrieron accidentes cerebrovasculares, podrían utilizarlo para andar con mayor facilidad. Además ayudará a las personas sanas a llevar grandes cargas a más distancia.
Los exoesqueletos rígidos a menudo utilizan sistemas hidráulicos y motores para soportar el peso de una persona y facilitar el levantamiento de cargas. Los diseños más pasivos transfieren el peso de la carga hasta el suelo, pero esto puede hacer que el caminar sea poco natural.
El exoesqueleto de Harvard resulta muy eficiente ya que al aplicar la fuerza hace que esté muy alineada con los movimientos naturales de los músculos y tendones. Varios sensores controlan el movimiento del usuario y unos motores alimentados con baterías mueven cables para levantar el talón o parte de la pierna cerca de la cadera proporcionando propulsión justo en el momento en que el usuario da un paso adelante. "Es muy ligero, flexible y se adapta bien", afirma el profesor de ingeniería mecánica y biomédica de la Universidad de Harvard, Conor Walsh. "No interrumpe el paso ni el movimiento normal".
La máquina está diseñada para que quepa fácilmente debajo de la ropa e incluye unos novedosos sensores blandos de goma de silicona. Estos sensores tienen canales integrados llenos de un líquido conductor que cambia su resistencia a medida que la silicona se estira.
Para hacer que el dispositivo sea aún más eficiente, Walsh está estudiando la biomecánica humana y poniendo a prueba el consumo de energía de las personas mientras lo utilizan.
También espera que se produzcan avances en las baterías para ayudar a aligerar la carga aún más. Una persona puede caminar 3,5 millas (5,6 kilómetros) utilizando la energía que proporciona una sola batería de tipo cookie, pero una bicicleta eléctrica necesita una de peso 10 veces mayor para recorrer la misma distancia. "El almacenamiento de energía sigue siendo un reto", asegura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario