El inventor neozelandés Glenn Martin dedicó 30 años de su vida a la fabricación de una mochila voladora, la cual funciona con propulsores y que actualmente está en su fase de prueba.
Aunque parece una máquina sacada de una película de ciencia ficción, el primer prototipo del artefacto existe desde el 2010, fecha en que la revista Time la incluyó en su lista de los mejores 50 inventos del año.
En ese entonces, Martin incorporó un motor un motor de gasolina de 200 caballos de fuerza —con más poder que un carro Honda Accord—, pero no era capaz de elevar a un ser humano.
En el 2011, el aparato superó con éxito unas pruebas en las que se colocó un maniquí en el lugar del piloto y fue manejado a distancia por medio de un control remoto. El artefacto logró ascender a unos 30 metros y permanecer en el aire unos 10 minutos.
Desde el 2012, se patentó como la mochila voladora Martin o MJP (www.martinjetpack.com) y ha sido promocionada como la “aeronave más simple del mundo”.
A finales de 2014, su inventor presentó su primer modelo de mochila voladora autopropulsada para uso de servicios de emergencia, capaz de alcanzar velocidades de 74 kilómetros (km) por hora, volar a una altitud de 250 metros, mantenerse en el aire un máximo de 20 minutos y cubrir una distancia de 30 km.
Este aparato, que pesa casi 400 libras, tiene un depósito de combustible para 45 litros de capacidad y un ordenador que sirve de respaldo al piloto por si este pierde el control del mismo, ya que posibilita que la mochila se enderece automáticamente y se mantenga flotando a la altitud ideal.
Según The Daily Mail, la MJP está equipada con un paracaídas de emergencia que permite aterrizar con seguridad. Sin embargo, el piloto debe ascender a una altura de 150 metros, para asegurarse de que el paracaídas disponga de suficiente tiempo para desplegarse en caso de emergencia.
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